Seguramente muchos padres se enfrentan al hecho de que sus hijos empiezan a hacer bromas en lugares públicos.
Este hábito es difícil de combatir, especialmente si no se identifica correctamente el motivo de este comportamiento.
En casa, los adultos pueden regañar a los niños, jurar y no temer la condena de los demás por declaraciones excesivamente duras.
Pero en los lugares públicos los padres no tienen tales ventajas. Los niños comprenden desde temprano que los adultos se comportan de manera más reservada en la sociedad, por lo que pueden darse el gusto.
A veces los propios adultos no explican a los niños cómo comportarse en sociedad. Los niños no tienen este conocimiento: es una cuestión de adaptación social.
Por lo tanto, los expertos dicen que los padres deben transmitir a sus hijos de forma independiente y accesible las reglas de conducta en lugares públicos.
Algunos niños carecen de actividad en sus vidas hasta tal punto que se portan mal únicamente por este motivo.
Por ello, conviene asegurarse de que el horario del niño incluya juegos al aire libre, deportes o educación física para el correcto aprovechamiento del exceso de energía.