Teniendo en cuenta que la mayoría de los problemas psicológicos tienen sus raíces en la infancia, vale la pena pensar en lo que no debería suceder en la familia.
En primer lugar, estas recomendaciones se refieren a la relación entre los cónyuges.
Una relación sana es cuando, cuando surge un problema, los cónyuges lo resuelven y no transfieren responsabilidades entre sí. Especialmente frente a un niño.
En familias sanas, no comparan niveles de vida y no crean ideales inalcanzables. Al igual que no se burlan de las debilidades y defectos de alguien.
A menudo, a uno de los socios le gusta fingir que, si no fuera por él, hace tiempo que toda la familia se habría desmoronado, que él solo lleva a cabo la vida cotidiana, resuelve los problemas y crea consuelo.
En realidad, los cónyuges comparten la responsabilidad de las decisiones tomadas y corrigen juntos los errores.
La división de roles también afecta la psique, que una mujer debe mantener el hogar y mantener el orden en la "cueva" mientras su hombre está "cazando".
Podréis prescindir del drama y del resentimiento si hacéis todo juntos y os ayudáis mutuamente en la medida de lo posible.
Las familias felices se construyen sobre la base de la confianza, donde cada uno tiene un poco de su espacio personal y sus propios intereses, pero los objetivos comunes no se dejan de lado.
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