Si los padres sueñan con convertir a su hijo en un excelente estudiante, es posible que en el verano se les ocurra una idea peligrosa.
Suena así: “Necesitamos empezar a estudiar el plan de estudios del próximo año con nuestro hijo/hija. Entonces mi hijo superará a sus compañeros de clase”.
Destaquemos de inmediato: la idea es mala. Intentar “salir adelante” puede tener consecuencias desagradables.
Como sabéis, junio, julio y agosto son las vacaciones escolares de verano.
Durante este período, el niño debe descansar: no hay necesidad de estrés adicional.
Deje que su hijo se tome un descanso de estudiar y resolver una gran cantidad de problemas.
Además, en verano el alumno ya tendrá algo que hacer: hay una lista de literatura para lectura extraescolar.
Por supuesto, puedes intentar estudiar el programa para el próximo año académico.
Quizás el estudiante pueda comprender los temas.
Pero sin duda se hará evidente una mala consecuencia: debido al aburrimiento, el niño perderá el interés por estudiar en septiembre.
Quizás el estudiante se relaje tanto que pierda el momento de empezar a estudiar material desconocido. El resultado es un retraso en el programa. En otras palabras, se conseguirá el efecto contrario.
Anteriormente contábamos cuánto tiempo puede pasar un niño delante de una pantalla.