Muchos padres se refieren a sus hijos no por su nombre, sino por su apodo.
“Muñeca”, “Sol”, “Conejito”... Resulta lindo y con mucho cariño.
Pero hay un problema: algunos apodos parecen, a primera vista, divertidos y cariñosos, pero en realidad representan un gran peligro para el niño.
Hablamos de cualquier tratamiento en el que se esconde algún tipo de carencia del bebé.
Bajo ninguna circunstancia utilice apodos en relación con su hijo que reflejen algún tipo de defecto en el niño.
A un bebé con sobrepeso no se le debe llamar “gordito”, “rosquilla”, “bollo” o “bollo”.
También están prohibidos otros apodos que mencionen defectos externos del niño: “pie zambo”, “oreja orejuda”, etc.
Tales apodos hacen que el niño sea complejo e infeliz, incluso si el bebé, a primera vista, no se siente ofendido.
No debe darle a su hijo apodos que se refieran a sus rasgos de carácter que no son los mejores (por ejemplo, "perezoso"). Un niño que esté acostumbrado a ese apodo comenzará a considerar normal su comportamiento y no querrá cambiar.
Anteriormentete contamos cómo evitar criar a un niño para que sea un quejica.