No todos los padres pueden observar tranquilamente a su hijo tumbado en el sofá durante días con un smartphone o una tableta, justificando su comportamiento con las próximas vacaciones o la pereza.
La pereza es contagiosa, pero en el caso de los niños hay que entender que la pereza no surge por sí sola y también es importante distinguir la pereza de la holgazanería.
Resulta que este fenómeno tiene una explicación completamente científica. Ésta es una reticencia común a hacer algo aburrido y poco interesante.
Y cuando una persona está ociosa, más bien descansa de lo que le cansa.
Sus causas te ayudarán a comprender mejor la naturaleza de la pereza.
En primer lugar, los niños pueden volverse perezosos porque no quieren hacer lo que se les asigna.
Podría tratarse de la escuela, los deberes o cualquier cosa. Está claro que esto no se puede tolerar.
En segundo lugar, el niño pierde interés en las actividades. O, como dicen los adultos, falta motivación y entonces cualquier negocio empieza a parecer desesperado.
En tercer lugar, este asunto no está exento de dudas. Y luego también parece que el asunto no tiene remedio y no quieres afrontarlo.
Obligar a alguien a hacer algo no es la forma correcta.
Los expertos creen que los niños perezosos no existen. Lo más probable es que frente a ti haya una persona que aún no ha encontrado su interés o no cree en sí mismo.
Anteriormente hablábamos de por qué se debe elogiar a un niño por su esfuerzo y no por su talento .