A todos los padres les parece que los caprichos del niño están asociados con una atención excesiva cuando el niño crece malcriado o con cambios relacionados con la edad.
Sin embargo, cualquier capricho es sólo la punta del iceberg. Por lo tanto, se debe prestar un poco más de atención al problema.
Los expertos nos han dicho lo que realmente se esconde detrás de la histeria y del "yo quiero" de los niños.
Los padres no pueden dedicar todo su tiempo a los niños. Esto es justo, porque los adultos tienen que ir a trabajar, mantener el orden y resolver otras tareas cotidianas.
Pero los niños se acostumbran muy rápidamente a la atención de los adultos y se la ganan de todas las formas posibles: desde la histeria hasta las malas acciones.
Una vez que los niños alcanzan un objetivo, aprenden instantáneamente el algoritmo probado y lo utilizan en todas partes.
Los padres deben recordar que pasar tiempo juntos no significa solo juegos y paseos divertidos. Empiece a limpiar, cocinar o realizar otras tareas con sus hijos.
Si uno de los padres prohíbe todo y el otro lo permite, entonces tal inconsistencia de acciones impide que los niños aprendan y sigan las reglas familiares.
Los padres deben ponerse de acuerdo sobre algo en común y observar estrictamente estos acuerdos, además de apoyarse mutuamente en la crianza de niños traviesos.
Los niños experimentan varios períodos críticos, no sólo un período de adolescencia.
Los expertos dicen que la psique del niño está sujeta a cambios, primero al año de edad, luego a los tres y luego a los siete. En este momento, los niños comienzan a contrastar sus opiniones con las opiniones de los adultos, de ahí los caprichos.
Los padres sólo pueden aguantar, porque les espera un período mucho más difícil: la adolescencia.
Y lo último que perjudica es la permisividad de los padres.
Al principio a los niños se les permite todo, luego, en cierto momento, los padres y las madres se dan cuenta de sus errores, pero ya es demasiado tarde.
Es más fácil contenerse de inmediato y no seguir el ejemplo de un niño que manipula hábilmente las debilidades de los adultos.
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