Los padres casi siempre están dispuestos a echar una mano a sus hijos.
A veces, sin embargo, surgen situaciones en las que estamos demasiado inmersos en nuestros propios asuntos y esperamos que la situación se resuelva por sí sola y que el niño adquiera así independencia.
A continuación encontrarás 3 casos en los que definitivamente deberías intervenir sin dejarlo para más tarde.
No importa cuál sea el motivo de las lágrimas: un incidente verdaderamente grave o una molestia menor: en cualquier caso, el bebé ahora necesita un adulto fuerte que lo ayude a sobrevivir a los sentimientos que provocaron las lágrimas.
Ni siquiera tienes que decir nada, simplemente abraza al bebé y espera hasta que las lágrimas y los sentimientos amargos disminuyan.
La ira es un sentimiento especial y, para superarlo, el bebé definitivamente necesita la ayuda de su padre o de su madre.
La ira de un niño puede ocultar miedo, desilusión o dolor, por lo que este sentimiento requiere una atención especial por nuestra parte.
Debido a esta incertidumbre, el bebé se altera, lloriquea y pone a prueba nuestros nervios al límite. Ahora piensa: si tú, un adulto, no puedes tener un hijo en este momento, ¿cómo es para él?
Permitirás que al menos una parte del estado insoportable en el que se encuentra el bebé en este momento se transfiera a ti mismo, en lugar de que la desesperanza y la negatividad se dirijan al interior del hombrecito.
Anteriormente te contamos cómo elegir la mejor plastilina para tu hijo.