Los niños pueden subestimarse a sí mismos o ponerse por encima de los demás. Todos estos son signos de una autoestima desequilibrada.
Por tanto, esto no se puede hacer sin una conversación larga y seria con el niño, y en ocasiones incluso es necesario acudir a un psicólogo para ayudar al alumno a revelar su potencial, encontrar y sentir sus propios límites.
Es posible entender que un niño tenga problemas de autoestima, pero es importante prestarle mucha atención y observar sus reacciones y comportamiento. Vale la pena señalar que comienza a formarse bastante temprano, alrededor de tres años.
Si el bebé está indeciso o se comporta con demasiada confianza en sí mismo, esto significa que se cometió un error durante el proceso de crianza que afectó al bebé. Por ejemplo, es posible que los padres hayan sido demasiado exigentes o que a menudo hayan devaluado sus logros.
En la edad escolar, todo esto puede manifestarse con más fuerza.
Un niño puede reaccionar con demasiada violencia ante los fracasos y pensar que el mundo es injusto con él. Al mismo tiempo, siempre se criticará a sí mismo o a los demás.
Si la autoestima es baja, entonces el estudiante puede repetir a menudo que no aprenderá algunos temas complejos y que todos los demás son más inteligentes que él.
Durante la adolescencia, los problemas pueden volverse más graves.
Por tanto, las madres y los padres no pueden permanecer indiferentes ante los asuntos de sus hijos.
Anteriormente os contamos qué hacer con los niños durante las vacaciones.