No se debe pensar que un niño recién nacido es indiferente al “ambiente acústico” que lo rodea.
Por ejemplo, debido a sonidos fuertes y agudos, el bebé probablemente llorará. Es lógico suponer que las melodías suaves y rítmicas tendrán un efecto calmante en él.
Es aconsejable que el niño disfrute de la música mientras todavía está en el vientre de su madre; entonces estos sonidos le resultarán familiares y probablemente le parecerán tranquilizadores en los primeros días de vida.
Puede ser ruido blanco y rosa: el sonido de un televisor, cuya señal tiene un efecto hipnótico en los bebés y puede resultar muy útil para los padres que acuestan a sus hijos.
Otra opción son los sonidos de la naturaleza, afortunadamente hay mucho para elegir: puede ser una mañana temprano en el bosque, el sonido de una cascada, las voces de los pájaros o los sonidos del verano tropical.
Puedes combinarlos con música de fondo, como violín, arpa o guitarra. Estos instrumentos musicales tienen la capacidad de calmar y relajar.
O quizás su hijo o hija quiera escuchar música clásica (ahora hay adaptaciones especiales para niños), música para relajarse con un arreglo moderno o buenas canciones en estilo retro.
Anteriormente escribimos sobre por qué los escolares se sienten cansados constantemente.