Toda mujer y madre quiere que su hijo sea educado, obediente y tenga éxito en todo.
Pero a veces todo sucede exactamente al revés: el niño es caprichoso, pelea, hace berrinches y no escucha comentarios.
En algún momento, la paciencia de la madre se agota y comienza a gritarle al niño.
De hecho, su ira no siempre se dirige exclusivamente al culpable, sino a ella misma: pasó por alto, explicó incorrectamente, inspiró disgusto (por la limpieza, la comida, los buenos modales).
Di algunas frases:
1. "Te amo". Esta frase realmente hace maravillas. Al escucharlo, el niño se regocija, su estado de ánimo mejora, está listo para literalmente mover montañas. Si su madre lo ama, entonces no hay nada de qué preocuparse.
Esto inculca la comprensión de que el amor es incondicional. Es decir, aman no por algo, sino simplemente porque sí. Es malo cuando un niño intenta de alguna manera ganarse una buena actitud; esto significa que, de hecho, nunca fue amado.
2. “Dime siempre la verdad”. Con estas palabras, los padres parecen demostrar que están dispuestos a aceptar al niño con todas sus ventajas y desventajas.
No teme la condena, el regaño ni el asalto, porque sólo confía en su padre y su madre. Y en el momento en que sucede algo verdaderamente grave, el niño está seguro: los padres siempre podrán ayudar si dicen la verdad y no inventan fábulas.
Desafortunadamente, no todas las familias pueden presumir de tener tales relaciones.
3. "Inténtalo de nuevo". Incluso si el niño claramente no tiene éxito en algo (resolver un problema, aprender un párrafo, poner las cosas en orden en la habitación), no es necesario regañarlo, pero sugerirle que no se rinda, que lo intente.
Para una persona es importante creer en ella, aunque sea todavía muy joven. Está preocupado, asustado, pero su madre lo anima, lo apoya con palabras y una sonrisa amable.
4. "Tengo confianza en ti". Los niños rara vez escuchan esto. La mayoría de las veces sucede lo contrario: los padres discuten, lo llaman mediocre, incapaz, estúpido.
Es aún peor cuando te preparan para el fracaso de antemano: “Aun así obtendrás una D en el examen, como de costumbre”. ¿De dónde viene la motivación, el deseo de superación personal? Es más fácil darse por vencido, especialmente si incluso las personas más cercanas dudan de algo bueno.
5. “No te enojes. Sé que no era tu intención hacer esto. Intenta sacar las conclusiones apropiadas de esto”. Ningún niño está inmune a los errores.
Tropezan, en algunos casos se comportan de manera inapropiada (se pelean con compañeros, profesores, familiares, padres molestos). A menudo, un niño al darse cuenta de esto experimenta emociones fuertes: llora, se niega a comer o se encierra en su habitación.
La tarea de los padres es calmarlo, tranquilizarlo y animarlo. No puedes dejarlo solo con un sentimiento de culpa y, más aún, agravarlo: “¡Siempre lo arruinas todo!”, “¡No necesito un niño así!” Puede intentar entablar una conversación franca con él para aclarar la situación.
Es importante no cometer un error común de los padres: prestar atención sólo a las malas acciones del niño y concentrarse en sus errores.
Cuando se porta bien y demuestra éxito académico, se le debe elogiar. El cliché sobre los elogios es que los niños empiezan a relajarse y dejan de intentarlo, lo cual es completamente erróneo.
Las palabras amables nunca han causado problemas a nadie; al contrario, aumentan el deseo de continuar con el mismo espíritu y complacer a los padres.
De lo contrario, el resultado no será una familia, sino una especie de relación laboral: se otorga una bonificación por un trabajo excelente y una reprimenda por el mal trabajo.
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