A veces los padres no tienen idea de cuánta presión enfrentan sus hijos.
Esto conduce al agotamiento físico y emocional.
Cuando estamos cansados, tanto niños como adultos duermen bien porque el cuerpo gana fuerza. Sin embargo, cuando está demasiado cansado, se produce un mal funcionamiento, como resultado de lo cual dormir no produce el resultado deseado.
Según los expertos , los niños duermen muy mal y de forma inquieta.
La reacción exacta depende de las características de desarrollo de su hijo, pero en cualquier caso, el apetito no sigue siendo el mismo. Cuando están demasiado cansados, los niños comen mucho menos o más de lo habitual.
Por tanto, no se puede ignorar la extraña “relación” con la comida.
Si trabaja demasiado, se puede observar un aumento de temperatura (hasta 37 grados y ligeramente más) de forma regular. Si no tiene tiempo para tomar las medidas necesarias, las defensas del cuerpo se debilitan.
Como resultado, los niños comienzan a enfermarse con frecuencia.