Todo niño necesita elogios. Sin él, el bebé no verá los resultados de su actividad y perderá la motivación.
Al mismo tiempo, los padres no deben exagerar con los comentarios "¡Increíble!", "¡Eso fue increíble!" o "¡Fuiste el mejor!"
Los elogios excesivos pueden tener consecuencias peligrosas. Lo más probable es que el carácter del bebé no cambie para mejor.
Hay dos posibles escenarios indeseables.
Los padres que elogian a sus hijos con demasiada frecuencia pueden inflar su autoestima.
Después de todo, un niño cuyas acciones admiran su madre y su padre comienza a considerarse mejor que los demás niños.
El niño o la niña llega a la conclusión equivocada de que ya todo es maravilloso. Y que no hay necesidad de superación personal.
Un niño así se negará a aceptar críticas, corregir errores y mejorar sus habilidades.
No todos los niños que reciben elogios con frecuencia desarrollan una alta autoestima.
Si hablamos de un niño modesto y tranquilo, es posible que reaccione de manera diferente.
Lo más probable es que un niño así no se vuelva arrogante, pero sentirá una enorme responsabilidad.
El niño pensará lo siguiente: “Ya que tengo tal reputación, no tengo derecho a decepcionar a nadie”.
Un niño así percibirá dolorosamente cada fracaso. Tendrá miedo de “no estar a la altura de las expectativas”.
Por lo tanto, los elogios excesivos perjudican tanto a los extrovertidos como a los introvertidos, a los niños proactivos y a los niños tímidos.