Muchos padres se sienten perdidos cuando sus hijos empiezan a gritar y llorar.
Las mamás y los papás no saben cómo actuar correctamente en una situación así, por lo que cometen graves errores.
Por ejemplo, le dicen bruscamente al bebé: "¡No llores!". o "¡Cállate ahora!"
En la mayoría de los casos, tales exigencias sólo llevan al niño a un estrés aún mayor.
Los intentos de "sobornar" a un niño también son peligrosos. El niño probablemente llegará a la conclusión de que para conseguir un juguete nuevo sólo hay que hacer berrinches.
Afortunadamente, existe una frase que, cuando se pronuncia, tiene más probabilidades de calmar a un niño o una niña.
Un padre debe demostrarle a su hijo que no lo está juzgando.
La frase salvadora puede sonar diferente. Por ejemplo, "Entiendo que estés triste". O "Entiendo por qué estás enojado". Otra opción: “Si yo fuera tú, yo también tendría miedo”.
En general, es necesario describir los sentimientos que ha encontrado el bebé y demostrar que son comprensibles y que no hay nada reprensible en ellos.
En este caso, el niño llegará a la conclusión de que mamá o papá lo comprenden y apoyan. Lo más probable es que la histeria termine.