Muchos padres creen que cualquier mala conducta del niño debe ser castigada.
Pero hay muchos casos en los que todavía no vale la pena tomar medidas serias.
Quizás el ejemplo más llamativo sea éste: el bebé admitió el acto cometido.
Si un niño dice honestamente que sacó una mala nota, rompió su teléfono inteligente o arruinó la cosa de otra persona, no lo regañes ni lo castigues.
Si se castiga a un niño después de haber admitido un error o algún tipo de estupidez, es evidente que el niño llegará a una conclusión equivocada.
El niño decidirá que decir la verdad no tiene sentido: "Esto de ninguna manera me salvará del castigo".
Como resultado, el niño o la niña ocultará hechos desagradables a sus padres y negará hasta el último momento haber hecho algo malo.
Pero será mucho más fácil para mamá y papá si el bebé habla inmediatamente de las situaciones difíciles en las que se encuentra.
Actúe de tal manera que el niño no tenga miedo de admitir malas acciones y comprenda lo siguiente: "Es mejor decirles inmediatamente la verdad a tus padres que ocultarla".
Pero si un niño claramente travieso intenta mentir y echarle la culpa a otras personas, entonces vale la pena actuar. Pero pise con cuidado. ¡Sin castigo físico!