A muchos padres se les ocurren apodos cariñosos para sus hijos.
Las mamás y los papás pueden dirigirse al bebé así: "Sol", "Conejito", "Muñeca", "Nena", "Estrella". Hay muchas otras opciones similares.
Parecería que esos "nombres" no tienen nada de malo.
Además, los padres están seguros: al llamar así a su hijo, están demostrando amor y afecto.
De hecho, debes dirigirte al bebé por su nombre.
Estos apodos aparentemente inofensivos privan a los niños de su individualidad.
Un niño al que rara vez se le llama por su nombre comienza a considerarse un "juguete".
Al bebé le puede parecer que mamá y papá no lo toman en serio y no lo ven como una persona.
Los padres no deben olvidarse de tales consecuencias. No es necesario convertir a su hijo o hija en un “conejito”.
Sin embargo, no es necesario abandonar por completo las palabras cariñosas. Sólo hay que utilizarlos con prudencia.
Por lo tanto, es deseable que los epítetos cariñosos se combinen con el nombre. Por ejemplo, "Nuestra amada Nastya" o "Nuestra guapa Lyosha".