Castigar a un niño es un método que conviene utilizar lo menos posible.
Pero a veces los padres no tienen más remedio que tomar algunas medidas. Por ejemplo, prohíba temporalmente a su hijo utilizar un teléfono inteligente.
A veces, estas técnicas realmente funcionan y el niño comienza a comportarse mejor.
Pero es importante no exagerar y no elegir métodos de castigo demasiado peligrosos o inútiles.
No golpees a los niños bajo ninguna circunstancia. El bebé percibe a sus padres como personas que le brindan protección.
Si mamá y papá comienzan a atacar al niño, éste se sorprende.
Y no se trata sólo de dolor. El problema también es la “traición” por parte de personas en quienes el niño confiaba.
Gritar y alzar la voz no tiene sentido. Un niño pequeño puede asustarse mucho y un adolescente puede ignorar las demandas de sus padres enojados.
Las mamás y los papás siempre deben hablar con calma a sus hijos, de lo contrario no habrá resultados.
Este método puede hacer que el niño se comporte “correctamente”.
Pero los insultos de los padres son un desarrollo casi garantizado de complejos en un niño.
Nunca castigues dos veces a tu hijo o hija por el mismo acto.
Tal acción provocará en el niño un sentimiento de injusticia.
El niño debe ser castigado a tiempo: inmediatamente después de que haya hecho algo malo.
Diferir el castigo es una acción peligrosa e inútil. Quizás el niño no comprenda por qué lo castigan, ya que ya no recuerda qué hizo mal exactamente.