Algunas madres y padres ni siquiera se dan cuenta de cómo los manipulan mientras se comunican con sus hijos.
Hablamos de utilizar frases que contienen amenazas ocultas e intentos de humillar.
Este tipo de palabras tienen una mala influencia en el niño y, a pesar de su aparente eficacia, no ayudan en la educación.
Si quieres que tu bebé tenga confianza, no tenga miedo y te ame de verdad, no digas las siguientes frases:
¿A su hijo le interesan los bailes de salón y a veces se permite llorar? ¿A tu hija le encanta jugar al fútbol y no quiere actuar como una "mariquita"? ¡Está bien!
Simplemente no le reproches esto a tu hijo, no lastimes su orgullo, no le impongas estereotipos y no detengas al bebé.
Si aun así se cometen estos errores, entonces el niño o la niña pueden desarrollar complejos. Además, es posible que no se dé cuenta de su talento.
No se deben prohibir las emociones y los pasatiempos.
Parecería que no hay nada de malo en poner a un niño obediente como ejemplo para su hijo.
Sin embargo, después de tales comparaciones, es poco probable que su hijo o hija comience a comportarse "correctamente".
Y si el bebé actúa como usted quiere, es poco probable que ese comportamiento sea sincero.
Además, la comparación con otros niños conlleva una disminución de la autoestima de su hijo: se sentirá peor que los demás.
Esta peligrosa frase combina manipulación e intimidación.
En primer lugar, la madre amenaza con obligar a su hijo o hija a realizar tal o cual acción. No hay nada bueno en esto.
En segundo lugar, el niño se preocupa por sus padres. Desarrolla un sentimiento de miedo. No debería haber tanta presión psicológica por parte de los adultos.