Un aspecto importante de las relaciones familiares es la disciplina: si los padres pudieron establecerla, los niños crecerán obedientes y responsables.
Sin embargo, los padres amorosos a veces están dispuestos a hacer la vista gorda ante muchas cosas, por lo que el niño puede dejar de obedecer.
Si un niño sabe que incluso por una infracción grave no habrá castigo, entonces no tiene ningún elemento disuasivo. Los niños pueden comportarse muy mal cuando se dan cuenta de que sus bromas no obtendrán la respuesta adecuada.
Por este motivo, conviene introducir ciertas reglas en la familia para “motivar” a los niños a obedecer.
A veces la gentileza innata de los adultos interfiere con el establecimiento de la disciplina. No todos los padres pueden traspasar fácilmente sus principios.
Sin embargo, para lograr resultados significativos es necesario ser más estricto, dicen los expertos .
Mucha gente quiere darle a su hijo amor, cuidado y atención para que crezca en las condiciones más cómodas.
Sin embargo, existe una delgada línea entre el amor y la permisividad.
Criar niños malcriados no sólo provocará problemas de obediencia, sino que también hará la vida del niño más difícil en general.
A veces los niños observan cómo se comportan sus amigos con sus padres. Y un ejemplo negativo muchas veces resulta “inspirador”.
Lo importante es detener rápidamente esos intentos de desobediencia.