Tanto los adultos como los niños a menudo luchan contra una falta de autoestima saludable.
Algunas personas dudan constantemente de sí mismas y de sus capacidades, mientras que otras pueden sobreestimarse.
Ambos enfoques no son adecuados, ya que la autoestima debe ser la adecuada.
Un niño así no considera que los demás niños sean iguales a él: se considera más talentoso, inteligente, digno de respeto e interesante. Por lo tanto, las relaciones con otros chicos se pueden construir de una manera muy difícil.
Los niños con alta autoestima esperan un trato “privilegiado” y les molesta mucho que la gente no cumpla con sus demandas.
Los expertos creen que este signo es uno de los más llamativos. Un niño con alta autoestima, incluso ante la presencia de pruebas irrefutables, negará su culpa o se la atribuirá a otras personas.
Este hábito produce adultos muy irresponsables.
Los niños con alta autoestima confían en que pueden resolverlo todo sin el consejo de otras personas, lo cual no es cierto debido a su limitada experiencia.
No se aceptan consejos ni siquiera de padres o profesores.