Existe un mito bastante común entre los dueños de gatos de que la leche es el mejor regalo para sus mascotas.
De hecho, esta afirmación no tiene nada que ver con la realidad.
El caso es que la leche contiene lactosa, mientras que los intestinos de la mayoría de los gatos carecen de la enzima necesaria para digerirla.
Como resultado, los animales pueden experimentar vómitos, diarrea o dolor abdominal después de beber leche.
Además, no olvides que la leche es un producto graso. Un platillo de leche es para un gato lo que una pizza de 30 cm para un humano.
Por lo tanto, si viertes leche en el plato de tu gato día tras día, puedes acabar provocando obesidad en tu mascota.
La única situación aceptable en la que puedes darle de beber leche a tu mascota es cuando tienes que alimentar a un gatito que, por algún motivo, se ha quedado sin madre.
Y además, esta medida es temporal.
Incluso en tales casos, se deben utilizar fórmulas lácteas especiales para gatitos.
Un gato adulto debe beber sólo agua limpia.