En comparación con los perros, los gatos son retratados como criaturas egoístas que triunfan cuando se les deja solos y solos. En realidad, todo parece diferente.
Los estudios han demostrado que los gatos se aburren tanto después de la muerte de su dueño como después de la muerte de otra mascota, incluso un perro.
La investigación sobre este tema fue realizada por empleados de la Universidad de Auckland (EE.UU.). Los resultados del trabajo fueron publicados en la revista Applied Animal Behaviour Science.
Los investigadores notaron que la tristeza hacía que los gatos se negaran a comer, jugar e incluso emitir sonidos extraños similares a aullidos.
Al mismo tiempo, las mascotas requerían más atención y cuidado, lo que refuta las afirmaciones de que los gatos son egoístas e independientes.
Los científicos señalan que el sentimiento de pena no es exclusivo de los perros (lo demuestran los científicos italianos). Lo exhiben chimpancés, elefantes y delfines.
Para un perro que vive en manada, este es un fenómeno razonable.
Según los investigadores, el comportamiento de los gatos se ha caracterizado erróneamente hasta hace poco.
Pero al mismo tiempo, se expresó la versión de que los dueños de gatos simplemente proyectan su dolor y experiencias en la mascota que queda después de la muerte de otro.