Los gatos y las puertas cerradas representan un enfrentamiento eterno, familiar para todo propietario de estas misteriosas criaturas.
Los maullidos, los rasguños y los intentos persistentes de entrar a la zona prohibida son compañeros constantes de una puerta cerrada en la casa donde vive un gato. ¿Qué motiva a estos detectives peludos?
La curiosidad de un gato no es sólo un rasgo de personalidad, sino un elemento importante de supervivencia.
En la naturaleza, los felinos son depredadores territoriales que necesitan controlar su territorio.
El gato percibe una puerta cerrada en la casa como un obstáculo que le impide explorar y proteger sus posesiones.
El instinto le lleva a comprobar qué hay detrás de la barrera, para ver si hay alguna presa o amenaza potencial allí.
Los gatos domésticos, a pesar de la domesticación, han conservado muchas de las características de sus ancestros salvajes.
En la sociedad felina existe una jerarquía estricta y el derecho a la libre circulación es uno de los signos de alto estatus.
Un gato puede percibir una puerta cerrada como una infracción de sus derechos y su posición en la "manada" doméstica. Intentar persistentemente abrir la puerta es una forma de hacer valer su autoridad y demostrar quién está a cargo.
Los gatos son animales sociales, aunque en menor medida que los perros. Una puerta cerrada puede causarles ansiedad y miedo al aislamiento.
Esto es especialmente grave si el propietario u otros miembros de la familia están detrás de la puerta.
El gato puede sentirse incómodo al estar en una habitación separada y esforzarse por reunirse con su “familia”.
El cerebro del gato está diseñado de tal manera que constantemente requiere nueva información y estimulación. La puerta cerrada es un acertijo que el gato busca resolver. ¿Qué hay detrás de esta barrera?
¿Quizás un juguete nuevo, comida deliciosa o un lugar acogedor para dormir? La curiosidad y la sed de exploración hacen que el gato intente una y otra vez entrar en una habitación cerrada.
Es extremadamente importante que los gatos controlen su territorio. Una puerta cerrada viola la integridad de su propiedad, creando una zona inaccesible.
Esto puede hacer que el gato se sienta ansioso y quiera recuperar el control de todo el espacio de la casa. Rascar la puerta e intentar abrirla es una forma de marcar territorio y reclamarlo.
Los gatos son grandes amantes de la rutina y los hábitos establecidos. Si una puerta que normalmente está abierta de repente se cierra, se altera el orden habitual de las cosas.
El gato puede intentar persistentemente que la situación vuelva a su curso habitual, intentando que se abra la puerta.
Este comportamiento se nota especialmente si el lugar favorito del gato o un recurso importante para él, por ejemplo, una bandeja o un plato de comida, está detrás de una puerta cerrada.
Curiosamente, los gatos pueden mostrar un mayor interés por las puertas cerradas debido a las propiedades acústicas del local.
Los sonidos que provienen de detrás de la puerta pueden parecerle especialmente atractivos o misteriosos al gato.
Ruidos apresurados, voces u otros sonidos distorsionados por un obstáculo pueden despertar instintos de caza o simplemente curiosidad.