Contrariamente a la creencia popular, los gatos no siempre eligen como dueño a la persona más cariñosa de la casa.
A veces, esa persona sólo desempeña el papel de "sirviente".
Por regla general, un gato elige como dueño al miembro de la familia con el que se siente más cómodo.
Sin embargo, no basta con satisfacer las necesidades naturales de su mascota.
El dueño no sólo debe alimentarlo, sino también respetar el espacio personal del gato y no ser intrusivo.
Al mismo tiempo, los gatos valoran la comunicación con su dueño, especialmente jugar juntos.
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