Los gatos, aunque misteriosos e independientes, a veces exhiben comportamientos que pueden confundir a sus dueños.
El suave ronroneo puede convertirse repentinamente en un mordisco, sorprendiendo al dueño.
Es importante darse cuenta de que morder no es necesariamente una expresión de agresión, sino que puede ser un método de comunicación, una expresión de disgusto o una forma de marcar un espacio personal.
Los gatitos suelen morder durante el juego, repitiendo el comportamiento aprendido en la infancia al interactuar con sus hermanos.
Los gatos adultos también pueden morder como juego, pero es importante aprender a diferenciar el comportamiento de juego del comportamiento agresivo.
Si el gato muerde dolorosamente, silba o aplana las orejas, es una señal para que deje de jugar. El estrés es otra causa común de mordeduras de gato.
Mudarse, adquirir una nueva mascota o un nuevo miembro de la familia o visitar a un veterinario pueden hacer que un gato se sienta ansioso e inseguro, lo que expresa a través de mordeduras.
Un gato puede morder si siente dolor o malestar. Esto puede deberse a una lesión, enfermedad o simplemente a sensaciones desagradables, por ejemplo, al peinar las esteras.
Si su gato se vuelve repentinamente agresivo, es importante descartar causas médicas de este comportamiento. Póngase en contacto con su veterinario para que lo examine y le recete el tratamiento necesario.
En ocasiones, un gato puede morder a una persona, aunque su agresión se dirige a un objeto completamente diferente.
Por ejemplo, al ver otro gato o pájaro fuera de la ventana, puede redirigir su agresión al ser vivo más cercano, es decir, al dueño. En tales casos, es importante eliminar la fuente de irritación y distraer al gato con un juego o una golosina.
Entrenar a un gato para que no muerda es un proceso que requiere paciencia y constancia.
Es importante aprender a reconocer las señales de advertencia que preceden a una mordedura, como la cola doblada, las orejas aplanadas o las pupilas dilatadas.
Si notas estos signos, deja de interactuar con tu gato y dale la oportunidad de calmarse. No debes castigar físicamente a tu gato, ya que esto sólo empeorará el problema.
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