Imaginemos una situación: te sentaste a la mesa y empezaste a almorzar o cenar. Y entonces se te acerca un perro.
La mascota comienza a mirarte con mirada suplicante. Inmediatamente queda claro que el animal está pidiendo compartir con él un sabroso manjar.
En tal situación, es difícil rechazar a un amigo de cuatro patas, ¿verdad?
Y, sin embargo, es necesario mostrar integridad: no se puede hacer una concesión a un "mendigo".
Mucha gente está segura: “No pasará nada malo si le doy al perro un poco de mi comida una vez”.
De hecho, un solo error como este es suficiente para que se dejen sentir consecuencias desagradables.
Lo más probable es que el perro perciba la golosina no solo como una comida, sino también como una “recompensa” (recuerde cómo le damos golosinas a nuestra mascota durante el entrenamiento, “recompensando” al animal por las órdenes ejecutadas correctamente).
Quizás el perro llegue a la conclusión de que su larga estancia en la mesa y su mirada suplicante es el comportamiento que conviene al dueño.
¿No quieres que tu perro "ruega"? Nunca, bajo ningún concepto, le des tu comida durante el desayuno, el almuerzo o la cena.
También tenga en cuenta que comer tanto alimentos secos como alimentos para humanos puede afectar negativamente el funcionamiento de los órganos digestivos de su amigo de cuatro patas.
Anteriormente te explicamos por qué no debes abrazar fuerte a tu perro .