Si un gato vive en una casa de campo y camina libremente por el territorio, no es de extrañar que las garrapatas se aferren a él.
Este parásito representa un cierto peligro para su mascota: puede aparecer en el césped a principios de la primavera.
Desafortunadamente, este parásito puede ser portador de diversas enfermedades, incluidas la hemobartelosis y la piroplasmosis.
Si un gato tiene una de estas enfermedades, la presencia de infección se puede rastrear mediante síntomas: orina marrón, dificultad para respirar, debilidad general, caída sobre las patas traseras y temperatura corporal elevada de hasta 40 grados.
Si nota una garrapata, debe actuar rápidamente para que la infección no tenga tiempo de transmitirse al gato.
Es recomendable tener cerca a otra persona que sostenga y calme al gato.
Cogemos guantes y atrapamos la garrapata más cerca de la probóscide con un lazo especial o unas pinzas. Desenroscamos el parásito con movimientos circulares, intentando no romper la cabeza.
Es mejor quemar la garrapata o enviarla a un laboratorio para su análisis. Trate el lugar de la picadura con alcohol.