No es raro observar una imagen cuando, habiéndose levantado un segundo de la silla para coger un teléfono u otro objeto, el dueño descubre que su lugar ha sido ocupado por un gato o un gato.
¿Qué empuja a la mascota en este momento a tal acto: la arrogancia ordinaria o el deseo de estar más cerca del dueño? Esto es lo que dicen los expertos.
Los gatos, como encantados, se apresuran a ocupar el lugar favorito de su dueño. No importa dónde esté. Sobre una cama, en una silla o en un simple taburete.
Algunos dejan a la mascota en paz, otros la ahuyentan y otros la recogen.
Hay dos razones. El primero es el olor del dueño.
Uno de los medios de comunicación de los animales es el olfato. Por ello, marcan el territorio para designar sus posesiones y sentirse seguros.
Se supone que al permanecer en el territorio donde el dueño huele más fuerte, el gato se siente lo más cómodo y protegido posible.
La segunda razón es el calor.
La mascota ocupa rápidamente el lugar calentado e inmediatamente se acuesta, sintiéndose completamente segura.