A veces los gatos se comportan como si estuvieran pidiendo específicamente que una zapatilla "vuele" hacia ellos en respuesta.
Los propietarios pierden los nervios por los gritos nocturnos. En este caso, una ducha ligera o una conversación aleccionadora con continuos movimientos amenazadores del puño junto a la nariz pueden calmar al gato.
Pero a veces hay que pedir perdón. He aquí cómo hacerlo bien.
Los gatos son caprichosos y vengativos, eso es un hecho. Y si no les pides perdón, no te sorprenderán los pequeños trucos sucios.
La insatisfacción puede tomar forma física en forma de un charco en la cama del amo u otros desechos en un par de zapatos de fiesta.
Además, puedes ofender a una mascota de forma fugaz, por accidente y no sólo durante una conversación preventiva.
Por ejemplo, puedes pisar una pata, quedar atrapada la cola en una puerta, echarle agua accidentalmente, olvidarte de alimentarlo, etc.
Un descuido puede tener consecuencias desagradables para el dueño si no se apacigua más tarde a la mascota perturbada.
Si el animal no se deja coger en brazos, sólo queda sentarse a su lado, decirle algo anímico, tranquilizador y acariciarlo.
Es decir, el animal debe asegurarse de que lo peor ya pasó y que no debe pasar nada malo.
Si es posible, debes tratar al gato con algo sabroso, levantarlo y, si comienza a ronronear, significa paz.