Todo el mundo sabe que los perros y los gatos no tienen relaciones muy cercanas, pero no está claro por qué los animales entran en conflicto.
Los gatos no muestran alegría cuando ven perros. Parecería que todo es obvio: la naturaleza. Pero los científicos tienen un punto de vista diferente. Así son las cosas en la teoría y en la práctica.
Estos son representantes de diferentes familias. Los caninos o lobos son por naturaleza activos, amigables e curiosos. No se trata sólo de cazadores, sino también de investigadores.
Es diferente con los gatos. Son indiferentes y retraídos, prefiriendo un estilo de vida reservado y solitario. De ahí las colisiones.
Los antepasados de estos animales domésticos eran en el pasado depredadores y percibían a algunos animales como presas.
Y si comparamos un lobo y un lince, en condiciones naturales ya son competidores en la caza.
Los gatos secretan enzimas a las que los perros reaccionan agresivamente. Si las mascotas están juntas desde que nacen, se acostumbran a estas sustancias. Sin hábito, la naturaleza pasa factura.
Debido a una mala comprensión de las señales que los animales se envían entre sí durante una reunión (los gatos arquean el lomo y los perros huelen o ladran), puede surgir un conflicto.
Además, la experiencia no permite que los animales se lleven bien a menos que críes juntos a un gato y a un perro desde que nacen.