Existe la opinión de que los gatos domésticos tratan a la persona que los protege como a un dueño o como a un sirviente.
Además, se ha observado que la autoridad sobre una mascota no siempre es quien la alimenta. El gato distribuye roles entre los miembros de la familia aproximadamente de la siguiente manera.
Para el gato, esta persona se convertirá en una verdadera autoridad, ante quien ella será lo primero. Incluso si en respuesta al maullido lastimero de esta persona el gato no recibirá ni siquiera la más mínima simpatía, por no hablar de un trozo de pan.
El dueño y el gato deben tener un temperamento parecido y parecer verdaderos amigos.
El gato siempre se acercará a las rodillas de esa persona, lo seguirá como si estuviera atado, lo esperará en la puerta del baño, se frotará contra sus piernas después de una larga ausencia, dormirá a su lado, etc.
No es la misión más honorable que le espera a alguien que no puede establecer una conexión emocional significativa con una mascota.
El gato confiará en estas personas para lavar el cuenco o la bandeja, jugará con ellos, exigirá comida, pero a la primera oportunidad correrá hacia el dueño.