Los dueños de mascotas intentan por todos los medios hacer la vida de sus mascotas más cómoda y evitar problemas innecesarios.
Por ejemplo, llamando a un veterinario a tu domicilio. Los dueños de gatos sin experiencia piensan que esto será mejor para su mascota.
Dicen que le resulta más fácil aguantar el procedimiento en casa, ya que todo le resulta familiar.
Pero los propietarios experimentados que estén interesados en el carácter y la vida de sus pupilos no tienen prisa por llamar a un veterinario en casa.
El dueño siempre debe recordar una cosa: un gato no es una persona. Esta persona se siente más cómoda al someterse a un procedimiento médico en casa, ya que sabe lo que está sucediendo y, muy probablemente, él mismo llamó al médico. La persona sabe que el médico ha venido a ayudar. Que no volverá a aparecer sólo para burlarse de ti. Tener un médico en casa es seguro.
Para un gato, todo parece diferente. Un enemigo llega a su territorio y quiere matarla.
En el mundo animal, la presión física se puede ejercer sobre otros animales en dos casos: o te quieren matar o te quieren subyugar. Los gatos no se inyectan entre sí, no se vendan las patas y los extraños no les toman la temperatura ni les miran la boca para revisarles la lengua y la garganta.
Un extraño siempre es un peligro. Especialmente cuando empieza a tener un impacto físico. Si esto sucede en una clínica veterinaria, el gato experimenta estrés, pero cuando regresa a casa se calma porque allí se siente seguro.
¿Qué está pasando en casa? No sólo un extraño está invadiendo su territorio, que ella consideraba seguro, sino que el dueño también lo está ayudando. Esto no es sólo un estrés puntual para el animal. Esta es una experiencia de la que sacará conclusiones para el futuro.
Después de que el veterinario se va, el estrés no desaparece, porque ahora el gato comprende que su territorio no es seguro. El enemigo puede invadir en cualquier momento. Y la próxima visita al veterinario lo confirma. El propietario, que debe custodiar el territorio y protegerlo, él mismo permite la entrada del enemigo e incluso lo ayuda. El gato ya no se siente seguro. No es sólo instinto. Hay una confirmación real de esto.
A menudo, después de varios tratamientos en casa, los gatos se vuelven ansiosos y, en ocasiones, agresivos. La mascota, tratando de protegerse a sí misma y a su territorio, ataca a los invitados, creyendo que representan una amenaza.
La conexión con la persona también se ve afectada, porque la mascota comprende que el dueño no solo no protegió, sino que también ayudó al atacante.
Eso sí, si tu mascota está debidamente acostumbrada a los procedimientos veterinarios desde pequeña y tiene un carácter tranquilo y flemático, puedes intentar llamar a un veterinario a tu casa. Al menos para aquellos procedimientos que no causen molestias.
Pero si el gato es cauteloso, hostil con los extraños y no soporta a los veterinarios, es mejor no correr riesgos y acudir a la clínica. El estrés de visitar al médico pasará y tu mascota se sentirá tranquila y relajada en casa.