Parece que las plagas siempre van un paso por delante: las frutas cultivadas con amor se convierten en un caldo de cultivo para los gusanos.
Pero hay una manera de ser más astuto que los insectos usando algo que a menudo termina en la basura. No estamos hablando de medicamentos caros, sino de un simple cartón ondulado.
Las orugas, las polillas de la manzana y los escarabajos buscan lugares acogedores para pasar el invierno o poner huevos. El cartón corrugado adherido al tronco se convierte en una trampa ideal: los insectos se arrastran hacia sus pliegues, confundiéndolos con un refugio seguro.
Lo único que le queda al jardinero es quitar las tiras y destruir las plagas.
El método no daña a los insectos beneficiosos si las trampas se revisan a tiempo y elimina por completo las toxinas.
Cualquier cartón corrugado servirá para este trabajo, por ejemplo, el de cajas viejas. Se enrolla una tira de 15-20 cm de ancho alrededor del tronco a una altura de 50 cm del suelo, sujetándola con cordel.
Es importante hacer dos capas para crear más “escondites” para las plagas. Los árboles jóvenes con corteza lisa son candidatos ideales: en los troncos más viejos, los insectos a menudo se esconden en las grietas.
Las tiras de cartón se instalan dos veces al año: en mayo-junio para interceptar las plagas de verano y en septiembre, antes de la invernada.
Cada 10-14 días se revisan las trampas: si se han acumulado insectos en el interior, se quema el cartón o se desecha, sustituyéndolo por uno nuevo. Cualquier mariquita o crisopa que llegue accidentalmente se devuelve con cuidado al jardín.
Este método no requiere costes económicos, pero sí disciplina.
Pero aquellos que siguen las reglas recogen manzanas, peras y ciruelas sin agujeros de gusano y, al mismo tiempo, dan un paso hacia una jardinería respetuosa con el medio ambiente.
Pruébalo y las plagas se quedarán sin nada, o mejor dicho, con cartón.