Lo primero que debe hacer cualquier veraneante que se precie después de una fuerte nevada es visitar su propiedad.
Reserva al menos un minuto de tu apretada agenda para revisar el terreno y realizar tres trámites en el jardín para luego poder disfrutar con tranquilidad de tu merecido descanso.
Si el espesor de la capa de nieve no supera los 15 cm, será necesario coger una pala para trasladar la nieve de los caminos a los parterres con cultivos de invierno. Ésta es la mejor protección contra las heladas, que amenazan a las plantas en inviernos sin nieve.
Lo principal es no apresurarse: debe esperar hasta que el suelo se congele por completo y solo entonces comenzar a aislarlo con nieve. Como regla general, el momento adecuado para agregar nieve al invernadero es a finales de diciembre.
No quedarán patógenos en el suelo congelado y, al agregar nieve, puede humedecer y nutrir el suelo, preparándolo así para futuras plantaciones.
Además, las plántulas de invierno permanecerán en excelentes condiciones.
Después de la primera nevada, lo más probable es que no veas cobertura natural en las ramas. La nieve que cae de las ramas al suelo dejará las plantas vulnerables a las heladas. Para ayudarlas a mantenerse calientes, podemos cubrirlas con un abrigo de nieve, distribuyendo con cuidado la nieve sobre las copas. Lo principal es no sobrecargar las ramas para que no se rompan bajo el peso de la nieve.
En cuanto a las coníferas, se recomienda sacudirles la nieve, especialmente después del deshielo, cuando se acumula demasiada.