Narcisos, tulipanes, ranúnculos... Parecen inofensivos, pero los agrónomos los llaman "asesinos silenciosos".
Un estudio de la Universidad de Reading ha descubierto que las flores bulbosas plantadas junto a verduras liberan toxinas que ralentizan el crecimiento de los cultivos de raíces en un 30%.
La jardinera María, de la región de Moscú, describió la pesadilla en su blog “Mi Dacha”:
“Después de plantar tulipanes, las puntas de las zanahorias se pusieron amarillas y las raíces se volvieron peludas”.
Pero hay un inconveniente: algunas flores salvan la cosecha.
Por ejemplo, en el Journal of Economic Entomology se ha demostrado que la caléndula repele pulgones y nematodos.
Lo principal es no mezclar caóticamente cultivos decorativos y comestibles.
El experto en permacultura Sepp Holzer en su libro Permacultura.
Una guía práctica escribe: “Las flores deben trabajar, no robar recursos”.
Plántalos alrededor del perímetro de tus canteros o como seto, y tu cosecha evitará esta amenaza oculta.