Entre los jardineros existe la opinión de que las plantas coníferas no requieren preparación para el invierno, ya que tienen una resistencia innata al invierno. Pero esto no es del todo cierto.
El problema más grave de las coníferas son las quemaduras solares provocadas por el cálido sol primaveral, pero también existen otros peligros.
Para evitarlos, es necesario comenzar los preparativos en los meses de otoño.
Anastasia Kovrizhnykh, experta de la publicación online BelNovosti, agrónoma y paisajista, destaca que las coníferas se preparan para la llegada del invierno en varias etapas.
Cada elemento debe tratarse de manera responsable para que las plantas puedan sobrevivir el invierno de manera segura.
En otoño, las plantas necesitan fertilizantes de fósforo y potasio. Es necesario aplicar fertilizantes siguiendo estrictamente las instrucciones. El fósforo acelera el desarrollo de las raíces de las plantas y el potasio permite que los brotes se vuelvan leñosos más rápido.
Es importante comprender que los fertilizantes no deben contener nitrógeno, ya que este elemento estimula el crecimiento de nuevos brotes (no lignificados) que pueden morir en el frío invierno.
Las coníferas necesitan urgentemente un tratamiento contra enfermedades bacterianas y fúngicas. Por lo general, los jardineros llevan a cabo procedimientos preventivos en octubre, cuando el clima exterior es relativamente cálido y sin viento. Las plantas deben tratarse con preparaciones que contengan cobre.
No se recomienda utilizar sulfato de cobre, ya que puede quemar las agujas de pino.
Hacia finales de otoño, todas las coníferas deben regarse abundantemente. Un árbol adulto requiere de 55 a 75 litros de agua, árboles jóvenes, de 30 a 35 litros. Necesitan especialmente este riego.
¿Por qué realizar un riego con carga de humedad? Las agujas de estas plantas no detienen el intercambio de aire y humedad, incluso en invierno.
Muy a menudo sucede que las raíces no pueden extraer suficiente humedad del suelo ya congelado. Esto provoca que las agujas se quemen. Si el suelo está prehumedecido, el riesgo de sufrir este tipo de lesiones se reducirá significativamente.
Sin excepción, todas las coníferas sufren de un exceso de luz solar. Por tanto, es necesario protegerlos artificialmente de posibles quemaduras. Para ello, las coníferas se suelen cubrir con arpillera en invierno, lo que apenas deja pasar la luz del sol.
El material utilizado para cubrir los árboles debe tener buena permeabilidad al aire. No utilice spunbond ni materiales de cobertura similares, ya que todos acumulan bien el calor.
Existe otra forma menos popular, pero bastante funcional, de proteger las coníferas de las quemaduras: el uso de preparaciones especiales que reducen la susceptibilidad de las plantaciones a la luz solar. Los medicamentos más utilizados para bloquear la luz solar son Purshade y Purshat-O. Basta con realizar dos tratamientos (a principios y finales de otoño) a una temperatura del aire de al menos cero grados centígrados.
Este procedimiento es útil para aquellas coníferas que sufren fuertes vientos, así como en invierno, cuando hay demasiada nieve en las ramas. Pero no es necesario atar las ramas con demasiada fuerza, de lo contrario podrían dañarse.
En invierno, es necesario sacudir periódicamente la nieve de las ramas de los árboles coníferos.