Las berenjenas son caprichosas, pero pocos lo saben: sus fracasos son un “eco” de plantaciones pasadas.
La Dra. Sarah Mitchell, de la Universidad de Cornell, explica que las solanáceas (tomates, patatas) dejan rastros de solanina en el suelo, lo que inhibe el crecimiento de las berenjenas incluso años después.
El agricultor español Juan Carlos dijo a Modern Farmer:
“¡Después de las patatas, mis berenjenas rindieron un 90% menos de lo habitual!”
¿Solución? Utilice la regla de los 5 años: no plante berenjenas después de ninguna solanácea durante al menos 4 temporadas.
Y si no tienes otra opción, siembra el lecho con phacelia: elimina toxinas, como lo demuestra el Agronomy Journal .
Otro truco del bloguero de jardinería Igor Lyadov : regar la tierra con infusión de ortiga.
Sus enzimas destruyen los alcaloides dañinos, devolviendo la fertilidad al suelo.
No dejes que el pasado arruine tu cosecha: ¡sé proactivo!