Durante la estación fría, algunos veraneantes experimentados cuelgan bolsas de plástico vacías en los árboles del jardín.
Una acción que inicialmente se percibe como estúpida e inútil puede acabar siendo bastante efectiva.
El caso es que las bolsas susurran con el viento. El sonido que aparece aporta, aunque parezca mentira, enormes beneficios.
Entonces, los "invitados" no invitados del área suburbana comienzan a asustarse.
Sepa: los cultivos de huerta corren un gran peligro. Es poco probable que los animales de orejas largas ignoren los árboles que crecen en el sitio.
Sin embargo, es posible proteger las plantas. Para hacer esto, es necesario cercar el área y al mismo tiempo cubrir o envolver los troncos de los árboles con algún tipo de material protector.
Hay otra estrategia interesante: los "invitados" no invitados de una zona suburbana pueden simplemente ahuyentarse.
Puede utilizar agentes olfativos específicos (por ejemplo, ungüento a base de alquitrán o naftaleno). Debe haber un olor que no les guste a las liebres.
Pero quizás la forma más sencilla y económica de combatir los insectos de orejas sea utilizar bolsas de plástico.
Las bolsas actuarán como repelentes de sonido. En un día ventoso, las bolsas que cuelgan de las plantas provocarán crujidos.
Este sonido ahuyentará a las liebres. Como resultado, las plantas permanecerán intactas.