El proceso de blanqueo tiene sus propias reglas, que todo jardinero que se precie debería conocer.
En primer lugar, el procedimiento debe realizarse exclusivamente en tiempo seco. Lea atentamente el pronóstico: no debería haber precipitaciones al día siguiente para que la capa protectora tenga tiempo de secarse.
En segundo lugar, no descuide las reglas de seguridad: blanquee los árboles solo con guantes de goma, de lo contrario corre el riesgo de dañar su piel.
En tercer lugar, no te olvides de la preparación: antes de aplicar cal, conviene caminar por el tronco con una escoba o un cepillo. Con su ayuda, podrás eliminar el polvo, la suciedad y los residuos secos de cal (si los hay).
Deje de lado el deseo de eliminar por completo la vieja capa protectora: su tarea es eliminar las costras que se están pelando.
Si el tronco del abeto está cubierto de musgo o líquenes, un raspador o el mismo cepillo ayudarán a eliminarlos. Alternativamente, póngase guantes de tela en las manos y limpie las áreas afectadas con las palmas.
En cuarto lugar, al aplicar la composición al tronco, intente tapar todas las grietas y otros daños que haya en la corteza.
Para ello es suficiente una capa de 2-3 mm de espesor. No vale la pena hacer que el recubrimiento sea más denso, ya que lo más probable es que se caiga.
Y en quinto lugar: la tan esperada respuesta a la pregunta de hasta qué punto se debe aplicar la cal. Blanquea los árboles en una capa continua desde el suelo hasta la segunda rama.