Las hormigas, estos diminutos habitantes de nuestros jardines, parecen intrépidas e incansables. Sin embargo, incluso estos pequeños trabajadores tienen sus miedos y debilidades.
Durante siglos, los jardineros han intentado desentrañar los secretos del comportamiento de las hormigas para proteger sus lechos de sus invasiones.
Hoy se levantará el velo del secreto sobre a qué temen realmente estos insectos y cómo utilizar este conocimiento para una convivencia armoniosa en el jardín.
Las hormigas, a pesar de su gran número y organización, tienen muchos enemigos naturales. Las aves, las arañas y otros insectos depredadores representan una grave amenaza para las colonias.
Los osos hormigueros y los equidnas son especialmente peligrosos para las hormigas, ya que pueden destruir un nido entero en cuestión de minutos.
Los jardineros pueden atraer pájaros al jardín instalando comederos y bebederos para ayudar a controlar naturalmente la población de hormigas.
Sorprendentemente, estos insectos trabajadores son muy sensibles a ciertos olores.
Las hierbas y especias aromáticas fuertes como la menta, el ajo, la canela y el clavo incomodan a las hormigas.
Plantar estas plantas alrededor de los parterres de su jardín o utilizar sus extractos como repelentes naturales puede ser eficaz para repeler a los invitados no deseados.
Las hormigas son extremadamente sensibles a los cambios en su entorno. Los cambios bruscos de temperatura, humedad o pH del suelo pueden obligar a una colonia entera a abandonar su hogar.
Los jardineros experimentados aprovechan esta característica desenterrando periódicamente la tierra y cambiando su estructura, lo que hace que las camas sean menos atractivas para las hormigas.
La ciencia moderna ofrece una amplia gama de productos químicos para combatir las hormigas. Sin embargo, su uso requiere precaución y conocimiento. Muchos insectos temen al boro y sus compuestos.
El ácido bórico, utilizado en pequeñas cantidades, puede repeler eficazmente a las hormigas sin dañar las plantas.
Las hormigas se comunican y navegan mediante feromonas, dejando rastros químicos.
Perturbar estas huellas desorienta a los insectos y puede obligarlos a abandonar el área.
Simplemente limpiar las superficies con vinagre o jugo de limón borra eficazmente las marcas de feromonas, lo que interrumpe la comunicación entre las personas.
Inesperadamente, las hormigas temen a la competencia. La presencia de otras especies de insectos, especialmente aquellas que se alimentan de los mismos recursos, puede desplazar a las hormigas de sus hábitats.
Mantener un equilibrio entre los diferentes tipos de insectos en el jardín es la clave para controlar naturalmente la población de hormigas.
Crear barreras físicas es otro método eficaz para proteger los parterres del jardín. A las hormigas no les gusta pisar superficies pegajosas o resbaladizas.
Tiras de tiza, tierra de diatomeas o cinta adhesiva especial alrededor de los parterres pueden constituir una barrera insuperable para estas pequeñas plagas del jardín.
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