En el momento en que florece el primer manojo de tomates, el jardinero debe ralentizar un poco su crecimiento y pasar al modo de fructificación.
Recuerda: tu objetivo es un máximo de ovarios y un mínimo de masa verde.
¿Qué hay que hacer para esto? Conseguirás lo que deseas si aportas a tus tomates el fósforo disponible, una cantidad mínima de nitrógeno y cantidades suficientes de oligoelementos como boro, zinc, molibdeno, manganeso y cobre, además de magnesio.
Como resultado, el tomate ralentizará su crecimiento activo al darse cuenta de que ha comenzado el proceso de fructificación.
Entre la amplia gama de fertilizantes minerales, elija fosfato monopotásico, ácido ortofosfórico y Plantafol 10-54-10.
En cuanto a los fertilizantes orgánicos, el estiércol de pollo es adecuado en cantidades limitadas (100-200 g por 10 l).
Alternativamente, use ceniza, pero es mejor si se hace en combinación con estiércol de pollo.
Cada dos semanas, los tomates deben fertilizarse con nitrato de calcio y microelementos. El fertilizante principal debe equilibrarse, por ejemplo, 20-20-20, ya que la parte superior de la planta florece y necesita fósforo y oligoelementos, la parte verde media requiere nitrógeno y la parte inferior, donde comienza la maduración, necesita potasio.
Mientras los tomates estén verdes, continúe abonando con fertilizante completo y luego reduzca gradualmente la cantidad de nitrógeno.
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