Las grosellas son una de las plantas de bayas más populares en el jardín, que cautiva por sus frutos y su facilidad de cuidado.
Sin embargo, para obtener una cosecha rica, es importante saber qué plantas no se deben plantar junto a ella.
Una proximidad inadecuada puede provocar enfermedades, plagas e incluso la muerte de las plantas. ¿Qué cultivos se deben evitar al planificar plantaciones cerca de grosellas?
Las grosellas son sensibles a la influencia de las plantas vecinas. Algunos de ellos pueden inhibir su crecimiento, quitarle nutrientes al suelo o convertirse en fuente de enfermedades y plagas.
Por lo tanto, es importante seleccionar cuidadosamente las plantas vecinas para evitar efectos negativos y mantener la salud del arbusto.
El repollo y sus parientes, como el brócoli, la coliflor y las coles de Bruselas, suponen una seria competencia por los nutrientes.
Estas plantas consumen grandes cantidades de nitrógeno, necesario para el crecimiento y desarrollo de las grosellas.
Además, el repollo atrae plagas de insectos que pueden atacar las grosellas, debilitarlas y reducir el rendimiento.
Las frambuesas y las moras, aunque son parientes cercanos de las grosellas, no deberían crecer una al lado de la otra.
Tienen enfermedades similares, como la antracnosis y la roya, que pueden transmitirse fácilmente de una planta a otra.
Además, las frambuesas y las moras tienen un sistema radicular agresivo que puede suprimir las raíces de la grosella, perjudicando su nutrición y suministro de agua.
Los pepinos, calabazas, calabacines y otros cultivos de calabazas tampoco son los mejores vecinos de las grosellas. Estas plantas necesitan mucha humedad y nutrientes, lo que puede provocar una deficiencia en las grosellas.
Además, los pepinos y las calabazas tienden a crecer rápidamente, lo que puede dar sombra a los groselleros y limitar la cantidad de luz necesaria para la fotosíntesis.
No se recomienda plantar tomates y patatas junto a grosellas.
Estas plantas son susceptibles al tizón tardío, una enfermedad fúngica que se propaga rápidamente y puede destruir tanto los tomates como las grosellas.
Además, las patatas y los tomates agotan el suelo y le quitan nutrientes clave, lo que afecta negativamente al crecimiento y la fructificación de las grosellas.
Las plantas bulbosas como la cebolla y el ajo pueden secretar sustancias que inhiben el crecimiento de las grosellas.
Aunque se utilizan a menudo para controlar plagas, su proximidad a las grosellas puede provocar un desarrollo más lento y menores rendimientos.
Además, las plantas bulbosas requieren cuidados y deshierbe regulares, lo que puede alterar el sistema de raíces de la grosella.
Los árboles altos como los manzanos, los perales y los nogales no deben crecer cerca de las grosellas.
Crean una fuerte sombra que impide la entrada de la luz solar necesaria para el pleno desarrollo de los arbustos.
Además, el sistema de raíces de los árboles grandes compite por la humedad y los nutrientes, lo que debilita las grosellas y reduce su rendimiento.
Anteriormente, a los residentes de verano se les decía cómo alimentar con repollo.