Uno de los cultivos de hortalizas que todo jardinero considera su deber cultivar durante el invierno es la cebolla.
El cultivo no tiene pretensiones, pero necesita alimentación, lo que ayuda a evitar que las puntas de las plumas se pongan amarillentas. Esto no debería suceder a principios de verano.
Los jardineros tienen dos opciones para elegir que les permiten alimentar con cebollas.
Para 10 litros de agua necesitarás una cucharada de nitrato de amonio, amofos y sulfato de potasio.
Los ingredientes deben disolverse en agua.
La solución evitará la aparición de color amarillento y también aumentará significativamente el tamaño de la cabeza de la cebolla.
En este caso se utiliza gordolobo o hierba.
Los componentes se infunden en agua durante una semana y el concentrado resultante se diluye con agua.
Para ello, se vierten 2 litros de infusión con agua, llevando el volumen total a 10 litros.
Luego hay que añadir 3 cucharadas de roca fosfórica y se puede utilizar para regar.
Las principales causas son enfermedades, ataques de plagas o falta de nutrientes.
Además, las cebollas pueden comenzar a ponerse amarillas debido al clima frío, la alta acidez del suelo o la alcalinización.
Pero la mayoría de las veces la aparición de color amarillento se asocia con una falta de nutrición.
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