Las orquídeas son una de las plantas de interior más bellas y populares, pero requieren atención y cuidados especiales para mantenerlas en buenas condiciones.
Uno de los principales componentes de una floración exitosa es el riego adecuado. Un régimen de riego incorrecto puede provocar una falta de floración o incluso la muerte de la planta.
La experta de la publicación en línea BelNovosti Anastasia Kovrizhnykh , agrónoma y paisajista, nos dijo qué hacer en tal situación.
El agua debe ser de gran calidad y estar a una temperatura adecuada.
La mejor opción es utilizar agua filtrada o de lluvia.
Es importante evitar el agua dura, ya que demasiada sal puede dañar la planta.
La frecuencia de riego depende del tipo de orquídea y de las condiciones de crecimiento. La mayoría de las orquídeas prefieren un riego moderado.
En verano, durante el período de crecimiento activo, el riego debe ser regular, aproximadamente una vez por semana.
En invierno, durante el período de inactividad, la frecuencia de riego debe reducirse a una vez cada dos semanas. Es necesario controlar el estado de las raíces: deben estar verdes y ligeramente húmedas, pero no mojadas.
Existen varios métodos para regar las orquídeas. Uno de los más populares es el método de inmersión. La maceta con la planta se sumerge en un recipiente con agua durante 15 a 20 minutos para que las raíces queden completamente saturadas de humedad.
Después de esto, es necesario dejar escurrir el agua para evitar el estancamiento de la humedad. Otra forma es regar desde arriba, pero es importante evitar que el agua entre en contacto con las hojas y el punto de crecimiento para no provocar que se pudran.
Para que la orquídea comience a florecer, puede utilizar soluciones nutritivas especiales. Es importante elegir un fertilizante adecuado con alto contenido de fósforo y potasio. Estos elementos estimulan la formación de cogollos y favorecen una floración abundante.
Los fertilizantes deben aplicarse durante el período de crecimiento activo, aproximadamente una vez cada dos semanas.
Es importante seguir las instrucciones del paquete para no sobrealimentar la planta, lo que puede tener el efecto contrario.
Una orquídea indica inmediatamente problemas con el riego. Si las raíces se vuelven marrones y blandas, la planta está recibiendo demasiada agua. En este caso, es necesario reducir la frecuencia de riego y dejar secar el sustrato.
Si las hojas pierden turgencia y se arrugan, esto puede indicar falta de humedad. En este caso, conviene aumentar la frecuencia de riego y controlar cuidadosamente el estado de las raíces.
La humedad del aire juega un papel importante en el cuidado de las orquídeas. El nivel de humedad óptimo es aproximadamente del 60 al 80%.
En condiciones de aire seco, especialmente durante la temporada de calefacción, se recomienda utilizar humidificadores o colocar las plantas en bandejas con arcilla expandida húmeda. La nebulización regular de las hojas también ayudará a mantener el nivel requerido de humedad.
La iluminación juega un papel clave en el proceso de floración de las orquídeas. Para estimular la floración, es necesario proporcionar a la planta una luz brillante y difusa. La luz solar directa puede quemar las hojas, por lo que es mejor colocar las orquídeas en las ventanas del este o del oeste. En el período otoño-invierno, puede utilizar phytolamps para ampliar las horas de luz a 12-14 horas.
Las fluctuaciones de temperatura entre el día y la noche favorecen la formación de botones florales. La temperatura óptima para las orquídeas es de 18 a 25 °C durante el día y de 15 a 18 °C durante la noche.
La diferencia de temperatura estimula la formación de cogollos y acelera el proceso de floración. Es importante evitar cambios bruscos de temperatura y corrientes de aire para no dañar la planta.
Anteriormente hablamos sobre si es necesario podar una orquídea después de que haya florecido.