El arduo trabajo de un veraneante se complica por la necesidad de combatir todo tipo de plagas destinadas a arrebatarle la cosecha.
Todo tipo de insectos, babosas, topos, pájaros, roedores y, por supuesto, liebres, quien no quiera ganarse un dulce.
De estos últimos, criaturas de orejas largas, hablaremos en este artículo.
¿Por qué los jardineros y horticultores no se conmueven al ver a los conejitos peludos visitando su propiedad?
La respuesta es simple: dado que las liebres pueden dañar el jardín al comerse los brotes tiernos, las raíces y los frutos de las plantas, la ternura es la última emoción que puede aparecer en el rostro del propietario del sitio.
Entre otras cosas, los roedores del bosque pueden propagar enfermedades y plagas, ya que pueden portarlas en el pelaje y en las patas.
Para proteger su jardín de las liebres, puede utilizar varios métodos y el uso de olores fuertes ha demostrado ser uno de los más eficaces.
¿Qué “sabores” pueden frenar el ataque? En primer lugar, se trata de aceite de pescado y naftaleno.
Por lo tanto, para proteger las plantas de los fuertes dientes de liebre, cuelgue bolsas con bolas de naftalina en las ramas inferiores o sumérjalas en aceite de pescado, y se prohibirá la entrada de liebres a su zona.