Las orquídeas se consideran plantas caprichosas y exigentes.
Para que te deleiten con su floración es necesario seguir ciertas reglas de cuidado y evitar errores habituales.
Las orquídeas son plantas epífitas, es decir, crecen en los árboles, adhiriéndose a ellos con sus raíces.
Por eso, no les gustan las macetas profundas y oscuras donde las raíces no reciben suficiente luz y aire.
Es mejor elegir macetas de plástico transparente o vidrio con muchos agujeros para el drenaje. También puedes utilizar cestas o bloques especiales para orquídeas.
Las orquídeas no crecen en suelos comunes, sino que requieren un sustrato especial que proporcione una buena ventilación a las raíces y retenga la humedad.
El sustrato para las orquídeas puede consistir en trozos de carbón vegetal, corteza de pino, fibra de coco, musgo sphagnum y otros materiales. El sustrato debe cambiarse periódicamente, ya que con el tiempo se deteriora y se contamina.
Las orquídeas son muy sensibles a la cantidad de humedad del sustrato y del aire. Si beben demasiada o muy poca agua, pueden enfermarse o incluso morir.
Es necesario regar las orquídeas a medida que se seca el sustrato, comprobándolo al tacto o por el color de las raíces (claro - seco, oscuro - húmedo).
Es mejor regar las orquídeas por la mañana para que el agua tenga tiempo de evaporarse antes de la noche. También puedes rociar las hojas y raíces de las orquídeas con agua blanda a temperatura ambiente.
Las orquídeas aman la luz, pero no toleran la luz solar directa, que puede provocar quemaduras en las hojas y flores.
El lugar óptimo para las orquídeas es una ventana oriental u occidental, donde reciben suficiente luz brillante pero difusa. En invierno, se puede utilizar iluminación artificial, por ejemplo, phytolamps.
Las orquídeas son plantas tropicales a las que no les gusta el frío ni las corrientes de aire. Sin embargo, tampoco toleran temperaturas demasiado altas, lo que puede provocar que los cogollos se marchiten y se caigan.
La temperatura ideal para la mayoría de las orquídeas es entre 18 y 25 grados centígrados. También es importante garantizar una diferencia de temperatura diaria de 5 a 7 grados, lo que favorece la formación de cogollos.
Si sigue estas sencillas reglas, podrá disfrutar de la belleza y el aroma de las orquídeas en su hogar.