Lo mejor es regar las plantas al amanecer o en las primeras horas después del amanecer.
Es en este momento cuando el agua se convierte en una solución nutritiva que fluye activamente hacia las raíces.
El agua no debe estar fría.
Aún así, los tomates son un cultivo frágil y caprichoso, lo que significa que una temperatura demasiado baja puede provocar estrés. La mejor opción es elegir un líquido a temperatura ambiente (entre 20 y 22 grados).
En este caso, solo es necesario regar los tomates desde la raíz.
Es importante que no caigan gotas sobre las hojas.
No debes realizar el procedimiento con demasiada frecuencia.
Los jardineros experimentados riegan las plantas a medida que el suelo se seca.
En promedio, esto se hace una vez a la semana, pero en climas cálidos el intervalo es una vez cada 3-4 días. Puedes verter hasta 5 litros de líquido debajo de cada arbusto.
Si el agua se estanca o se derramó demasiada agua durante el proceso, es recomendable aflojar la tierra para que las raíces no se “asfixien”.