A pesar de que los tomates son plantas amantes del calor y crecen en invernaderos, las altas temperaturas son fundamentales para ellos.
Te contamos a qué temperatura del aire tendrás que tomar medidas para salvar las plántulas y cómo hacerlo.
La temperatura del suelo debe estar entre 14 y 25 grados centígrados. Las fluctuaciones bruscas son inaceptables.
Para controlar la temperatura, es necesario mantener un termómetro en el invernadero cerca del suelo, otro a una altura de 1 a 1,5 metros y un tercero justo debajo del techo.
A una temperatura del aire de +10, así como por encima de +35 grados, los tomates morirán.
Es suficiente mantener las plántulas en un invernadero cerrado al calor durante 4 a 6 horas durante el día, y el sobrecalentamiento está garantizado.
Primero, el color de las hojas cambiará, luego las flores y los ovarios se caerán. Al mismo tiempo, el suelo se seca.
Los tomates se salvan del sobrecalentamiento en un invernadero mediante el uso de mantillo, así como mediante un refugio colocado en las paredes exteriores de la estructura.
En el lado soleado, las paredes del invernadero se cubren con papel, cartón, tela blanca o se pintan con cal.
No te olvides de la ventilación. Pero por la noche es necesario cerrar puertas y ventanas para evitar cambios en la temperatura del suelo y del aire.