Fertilizar con amoníaco es una forma sencilla, eficaz y económica de ayudar a que las plántulas se fortalezcan, comiencen a crecer y a dar buenos frutos.
Una solución acuosa de amoníaco es especialmente útil para los jardineros interesados en obtener un alto rendimiento.
El fármaco aumenta la fertilidad del suelo, puede proteger a las plantas de plagas y enfermedades, fortalece, nutre y estimula la fructificación de las plantas.
El fertilizante es adecuado para plántulas de pimientos, tomates y pepinos. Y puede usarlo incluso después del trasplante, si las plantas no arraigan bien y parecen frágiles.
Después de esta alimentación, las plántulas cobrarán vida literalmente ante nuestros ojos, se fortalecerán en un par de horas y, en el futuro, el sistema de raíces se desarrollará bien. Y todo gracias a la presencia de nitrógeno en el amoniaco, que es importante para el crecimiento y desarrollo de muchas plantas.
El secreto de esta alimentación es simple:
El fertilizante casero es fácil de preparar. Para ello, tome 0,5 litros de agua y 0,5 cucharadas de amoníaco y almidón. Mezclar los ingredientes y dejar reposar durante 1 hora.
En una hora tendremos el abono natural ideal para cualquier plantón.
Alimentamos las plantas con amoníaco unas 3 veces por temporada y obtenemos una gran cosecha.