Rara vez un festín está completo sin tomates: frescos, salados, remojados o secos.
Cada residente de verano intenta cultivar tomates en su parcela para luego poder preparar con ellos obras maestras culinarias o complementar platos principales.
Cualquier jardinero sabe que cultivar tomates no es tan fácil como parece a primera vista.
Pasan varios meses desde la siembra hasta la cosecha. Durante este tiempo, debe completar una serie de tareas. Entre ellos se encuentran la recolección y posterior alimentación.
Los tomates no se alimentan inmediatamente después de la recolección. Hay varias señales seguras de que es hora de hacer esto:
1. Después de la recolección, aparecieron 2-3 hojas nuevas en el tallo.
2. Han pasado al menos 10 días.
3. En una semana estarán plantadas en campo abierto o en invernadero.
La opción más confiable y beneficiosa para todos son los fertilizantes especiales para tomates, que están disponibles en las tiendas de jardinería. Puede tratarse, por ejemplo, de superfosfato, de nitrato de potasio o de urea.
Se disuelve un puñado de ceniza de madera y 3 cucharadas en 10 litros de agua. l. fertilizante orgánico líquido. Por ejemplo, una infusión de gordolobo o excrementos de pollo.
Se disuelven unas gotas de yodo en 3 litros de agua. La solución resultante se vierte en una botella rociadora y se rocían las hojas de las plántulas. Se cree que este remedio protege a las plantas de plagas y enfermedades.