La sandía es uno de los cultivos de melón más famosos. La pulpa del fruto tiene un sabor muy brillante.
Después de comer sandía, quedan muchas semillas y cáscaras. En la mayoría de los casos, estos restos acaban en la basura.
Pero una persona debe pensar detenidamente antes de deshacerse de los desechos de la sandía.
El caso es que las semillas se pueden comer como plato aparte. Sin embargo, conviene freírlos y luego quitarles la cáscara.
Las exfoliaciones también pueden resultar útiles. Especialmente si la persona que se comió la sandía es dueña de una parcela de campo.
Las sobras de sandía se pueden colocar en un contenedor de abono.
Si las costras pasan a formar parte del compost, el fertilizante orgánico será aún más eficaz debido a la aparición de una fuente adicional de nutrientes.
Se pueden colocar simplemente entre las camas. En este caso, los restos de la cosecha de melón actuarán como "trampas" para las plagas que aparecen a menudo en el jardín: babosas y caracoles.
Si deja las costras por la noche, ya por la mañana el residente de verano podrá recolectar una cantidad considerable de gasterópodos.